Rodrigo Botero: “La Amazonía sufre un fenómeno crítico de cooptación por parte de la ilegalidad”

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Baudó Agencia Pública

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Víctor Galeano

Enero 29 de 2025

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Rodrigo Botero:

“La Amazonía sufre un fenómeno crítico de cooptación por parte de la ilegalidad”

Conversamos con Rodrigo Botero, experto en deforestación hoy convertido en uno de los mayores impulsores de la agenda de paz del Gobierno Nacional en la negociación con diferentes actores armados ilegales. Botero cree que la deforestación en la Amazonía no se resuelve por la vía militar y reclama la construcción de un Estado fuerte en esa región.

No era difícil toparse a Rodrigo Botero García en los pasillos y carpas del Centro de Convenciones del Pacífico a finales de octubre del 2024. Asistente obligado a la COP16 de biodiversidad que se llevó a cabo en Cali, participó en charlas sobre la Amazonía y asistió a múltiples eventos institucionales donde el Gobierno de Colombia expuso su visión de paz que implica, también, la paz con la naturaleza. Botero integró la delegación negociadora del Gobierno Nacional en los fallidos diálogos de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), ahora suspendidos por el Presidente Gustavo Petro tras una andanada de actos terroristas y ataques contra firmantes de paz y población civil en la región del Catatumbo. Además, preside la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS), una ONG implicada en temas ambientales.

 

Graduado en Zootecnia, en la Universidad Nacional a mediados de los noventa, Rodrigo Botero acumula tres décadas de experiencia en proyectos de conservación, desarrollo sostenible y gestión de los bosques que incluyen el paso por Parques Nacionales, donde fue director de la regional para la Amazonía y la Orinoquía durante diez años, una región que tiene en la cabeza y que él considera “la más importante” reserva de bosques tropicales del mundo. Los medios se refieren a él como el “escudero del Chiribiquete”, uno de los parques naturales más importantes de la Amazonía, que el gobierno de Juan Manuel Santos amplió en más de un millón de hectáreas protegidas, después de un fuerte lobby de ambientalistas y ONGs, entre ellas la FCDS.

La región hoy está sometida a una presión devastadora que amenaza consecuencias irreversibles, como lo contamos en nuestra cobertura. El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) reportó que entre julio y septiembre del 2024 la mayoría de alertas tempranas por focos de deforestación ocurrieron en el llamado ‘Arco Amazónico’ que comprende los departamentos de Meta, Caquetá, Guaviare y Putumayo, con cerca de 6.894 hectáreas de bosque perdidas, una cifra 28% más alta que la del año anterior.

Botero es ágil con las ideas y derrocha claridad cuando el interlocutor le propone hablar sobre los temas a los que lleva décadas dedicado de lleno: la conservación de la Amazonía y los cruces entre las economías ilegales y la deforestación que ha llegado, según él, a un punto crítico en nuestro país. Sobre este y otros temas conversamos con él, apenas unas semanas antes de que fuera galardonado con un prestigioso premio ambiental de la Universidad de Stanford.

¿Por qué la política de Paz Total de este gobierno tiene entre sus prioridades un componente ambiental?

En el diseño de la política y en la territorialización de los diferentes procesos el tema ambiental ocupa un lugar formal en la agenda que ha incorporado dicho componente. Y al incorporarlo se trata de señalar que estamos valorando al medio ambiente como víctima, como lo dice la agenda de negociación con el Ejército de Liberación Nacional; o la propuesta de crear un proceso de Comisión de la Verdad Ambiental, como lo señala el Comité Nacional de Participación que surgió en los diálogos con esa guerrilla; o también lo son los procesos de definición de áreas críticas y zonas de intervención territorial urgente en donde el componente de restauración ambiental es transversal.

 

 

¿Es diferente a otros procesos de negociación en nuestro país?

Avanzamos con respecto a procesos anteriores, pues no solamente estamos hablando del respeto a la frontera agropecuaria, sino que estamos pensando en cómo consolidar y cerrar definitivamente la frontera agropecuaria para hacer un proceso de preservación a largo plazo con los bosques de este país. Y finalmente, garantizar que las comunidades puedan por fin conciliar algo que ha sido un conflicto interno en Colombia a nivel socioambiental: el tema de la conservación y el tema de los derechos territoriales para las poblaciones. Entonces, la posibilidad de que haya política de tierras, política de desarrollo sostenible y política ambiental dentro de los diálogos, todo eso hace una diferencia sustancial. Todos los procesos de paz avanzando con estructuras armadas tienen hoy en el país el componente ambiental como una hoja de ruta al futuro, porque tenemos un diagnóstico claro y es que donde se concentran los conflictos armados y los conflictos socioambientales es imposible pensar en paz si no hay restauración ambiental.

En los dos primeros años del gobierno de Gustavo Petro hubo logros disminuyendo la deforestación por acuerdos con las disidencias de la extinta guerrilla de las FARC, pero ahora parece que repunta, sobre todo en la Amazonía, ¿cuál es el panorama?

Es todavía un asunto muy inestable. Infortunadamente el tema de la disminución o crecimiento de la deforestación ha estado muy asociado a los protagonismos que cada grupo y cada facción ha querido achacarse dentro de los escenarios de diálogos, mostrando control territorial y constreñimiento de la población para decir se hace o no se hace la deforestación. Ahí todavía estamos en un proceso que debe pasar por dos cosas: uno, transformación territorial, lo que implica pensar en cuáles son los modelos de uso del territorio que se van a convenir en la mesa de diálogos, y el segundo elemento implica definir los derechos territoriales a las poblaciones para que se cierre la frontera agropecuaria. Ambos componentes van a entrar en una cresta dentro del proceso de diálogos que permitirá mirar una tendencia más estable. Es inapropiado pensar que ahora hay una tendencia de reducción de la deforestación porque el tema todavía hace parte de la conflictividad. Algo que vale la pena señalar es que hay otro actor: es el sector que invierte de manera gigantesca en la apropiación de tierras deforestadas. Ese actor es silencioso, hace una presencia efectiva en el territorio y tendrá que hacer parte también de este desarrollo. Mi expectativa es que podamos vincularlo también a los diálogos.

Explícanos la relación entre ganadería, deforestación y carreteras ilegales

El fenómeno en Colombia tiene las siguientes características: hay un modelo de apropiación masiva de tierras públicas que se basa en el control territorial, en la impunidad, es decir, la certeza de quienes se las apropian de que no habrá una capacidad del Estado para recuperar esas tierras públicas y mucho menos sus bosques. Y luego, donde se da ese proceso de deforestación se hace con una combinación de invertir en carreteras mientras se ubica un nuevo hato ganadero que está consolidando esas tierras. Hoy por hoy tenemos a nivel de la cuenca amazónica el sitio en donde hay una mayor concentración de densidad vial, deforestación y crecimiento del hato ganadero. Esto, obviamente, es una máquina de lavado de activos de economías ilegales importantísimas donde el ganado termina siendo una ganancia marginal. El factor crítico está en el lavado de economías ilegales y en la apropiación de tierras que se consolida con inversión pública. Por eso el tema de las carreteras es tan importante.

Baudó ha hecho cubrimientos en algunas zonas de la Amazonía y allá el control está en poder de los grupos armados…

Así es, ese es el punto más crítico de hoy. No solamente el control territorial de los grupos armados, sino también una posición tanto política como militar que ha sido muy compleja de romper, que se traduce en una negativa a la presencia de la institucionalidad pública, lo que hace insostenible cualquier proceso de transición territorial frente a potenciales economías lícitas y el ejercicio de derechos territoriales en un marco político estable.

Ellos ponen las multas, regulan todo…

Te lo voy a decir de esta manera: eso no ocurre sólo en Colombia, podemos decir que acá hay una concentración de ello, pero en general el fenómeno de cooptación de Estado en las áreas de los seis países fronterizos del noroccidente amazónico significa que, uno: hay grupos armados que hacen el control, dos: esos grupos ponen los sistemas de justicia y de aplicación de la ley, tres: la población local es más leal a los grupos y a las economías ilegales que a la legislación del Estado, cuarto: la institucionalidad pública está fuertemente permeada por este modelo de ilegalidad, y quinto: todo ese proceso de ilegalidad y control y seguridad territorial es mucho más fuerte hoy que lo que ofrecen los Estados. No es un fenómeno de corrupción sino de cooptación territorial, no tiene que ver con la presencia exclusiva de un grupo armado, sino que es un modelo político, económico y de seguridad.

¿Cuál es la estrategia para enfrentar eso?

Si hablamos de que no es un asunto exclusivo de la presencia de actores armados, entonces la estrategia no puede ser solamente de seguridad, que es lo que usualmente e históricamente se ha hecho, lo que comprueba su gran fracaso. Es imposible lograrlo si no hay un proceso territorial de construcción de Estado fuerte, que no sólo implica presencia institucional e inversión pública, sino también reconocimiento de derechos territoriales, reconocimiento de capacidades sociales para el ejercicio del gobierno propio, para el ejercicio de la articulación institucional entre sociedad civil e institucionalidad. Si no se generan, además, procesos de economía fuertes y estables que sean capaces de competir con la ilegalidad. Son procesos de mediano y largo plazo que no corresponden a proyectos de cooperación internacional, que suelen ser de corto plazo. Pero tampoco estoy hablando de visiones de Gobierno, sino visiones de Estado. Eso implica darnos cuenta de que llevamos décadas perdiendo población leal a los marcos jurídicos y políticos de los Estados; aquí hay un proceso de transformación intergeneracional que nos va a costar. Sé que es difícil, sé que es mucho más apocalíptico para quienes les gustan las soluciones fáciles, pero la complejidad de lo que está ocurriendo no la habíamos tenido antes. Por eso vuelvo a insistir en que no es un problema únicamente de Colombia, sino de la región más rica en bosques tropicales del continente, y en mi opinión, probablemente del mundo, en donde un fenómeno de cooptación trasnacional del Estado se está dando.

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