Desde el cielo las treinta hectáreas del relleno sanitario Parque Ecológico Ambiental Veolia —antes conocido como Ecoparque Rediba— se ven iguales a rectángulos de tierra amarilla contrastando con el verde intenso de la vegetación circundante. Un cúmulo de pequeños puntos negros permite adivinar decenas de gallinazos que medran entre la montaña de basura que crece sin parar: según datos de la misma empresa cada año llegan más de 60.000 toneladas de residuos provenientes de Barrancabermeja, capital petrolera del país, y de poblaciones cercanas.
El relleno sanitario ha estado en el foco de la opinión pública desde que la ONG Global Witness, reconocida por su labor en defensa de los líderes medioambientales, revelara videos y evidencias que probarían que parte de los lixiviados y residuos del basurero son vertidos a caños y cuerpos de agua que desembocan en la ciénaga de San Silvestre, la fuente de abastecimiento del agua de la que dependen los 217.000 habitantes de Barrancabermeja.
Las denuncias de contaminación no son nuevas y se remontan una década atrás. En febrero de 2015 la empresa Rediba comenzó operaciones en la vereda Patio Bonito, zona prohibida para el vertimiento de residuos por su importancia y vulnerabilidad ecológica pues hace parte del Distrito Regional de Manejo Integrado del Humedal de San Silvestre. Rediba pudo instalar allí el basurero gracias a una licencia otorgada por la Corporación Autónoma Regional de Santander, que más tarde fue demandada y calificada de “corrupta” por organizaciones ambientalistas de la región. Dos años después la Corte Constitucional dio la razón a los ambientalistas y falló en contra de la empresa ordenando “superar las irregularidades evidenciadas en la operación del relleno sanitario de Patio Bonito”.
En su pronunciamiento, la Corte Constitucional concluyó que la compañía violó los derechos fundamentales “a la salud, a un medio ambiente sano y a la salubridad pública”. En 2019 la empresa francesa Veolia, una multinacional de la gestión de residuos y el agua compró la operación de Rediba y su negocio de basuras en Barrancabermeja.
Desde el comienzo los pescadores de la Ciénaga de San Silvestre, donde al parecer han ido a parar los lixiviados y desechos tóxicos del basurero en esta última década, alertaron sobre lo que estaba sucediendo. Wilson Díaz Gómez, líder social y representante de una asociación local de pescadores contó a Baudó Agencia Pública que la contaminación afectó a la población de peces y redujo la pesca. “Veolia nos dejó en la quiebra”, dice.

Diaz explica que los lixiviados han sido vertidos al caño El Moncholo, que a su vez desemboca en El 40 y luego en El Zarzal, tres de los 56 afluentes que conforman la ciénaga. Diaz recuerda las faenas de pesca desde las siete de la mañana hasta las cuatro de la tarde, sólo interrumpidas por el almuerzo que se preparaba allí mismo, a orilla del inmenso cuerpo de agua. Antes de que la contaminación matara peces, babillas y por lo menos 13 manatíes antillanos —una especie amenazada de extinción que habita en la zona—, los pescadores podían ganar hasta 200 mil pesos en una jornada, aproximadamente 48 dólares. Ahora la escasez de pescado es tanta que lo normal son “diez mil o veinte mil pesos”, menos de cinco dólares por día.
Los pescadores aseguran que ha habido mortandad de miles de bocachicos, bagres y doncellos, peces de los que depende el sustento diario de muchos barranqueños. Además, advierten cambios en el olor y la calidad del agua. “Hay mucha gente aguantando hambre”, sostiene Wilson Díaz: “Las especies se han ido desplazando, se han ido perdiendo”. Su propuesta para solucionar la crisis es sencilla: “que se quite el botadero de basuras de ese sector, que seamos indemnizados por lo que hemos perdido”.
Óscar Mauricio Sampayo, un veterano ambientalista del Magdalena Medio, quien hace parte de la Corporación Yariguíes, contó a Baudó AP que se han detectado en algunos monitoreos al agua residuos de mercurio y otros tóxicos con graves consecuencias para la salud humana. Asegura que no pueden atribuirse per se a residuos provenientes de la explotación petrolera, pues no hay focos de contaminación en cada uno de los miles de pozos que hay en la región: “En casi 107 años de extracción de hidrocarburos en Barrancabermeja y en el Magdalena Medio se han abierto más de seis mil pozos petroleros. Sólo el campo de La Cira – Infantas tiene cerca de tres mil pozos”.
Por ello, según Sampayo, es menester “continuar con los monitoreos” que fueron ordenados por la Corte Constitucional, para establecer qué tanto de esta contaminación es responsabilidad de la compañía Veolia y el vertimiento irregular de lixiviados a las fuentes de agua. La compañía sostiene que en sus monitoreos sí han detectado mercurio en los lixiviados que produce el relleno sanitario, pero no alcanza los niveles considerados peligrosos para la salud humana según la normatividad colombiana.
Imelda Arias lleva más de cuarenta años viviendo en la vereda Zarzal La Gloria, en inmediaciones de Patio Bonito. Ella es una de las vecinas del basurero y ha tenido que soportar las moscas, las ratas y malos olores que invaden su casa a diario. “Nos están matando lentamente”, dice. “En la época de antes era muy bonito, todo era natural, no había contaminación como la que hay ahorita, no se habían talado las cañas y había buena agua, buena pesca, de eso se sostenía la gente”. Con su testimonio Arias sugiere que la contaminación con la que deben convivir es causante de múltiples afectaciones de salud. Algo que no ha podido probarse científicamente, pero en lo que otros pobladores también creen. “Nos arde la cara, nos arde la garganta, la vista, las moscas nos pican y de una vez se forman granos”, dice: “¿cómo no se va a quejar uno? El que se queja es porque le duele”.
Los líos judiciales del basurero se acumulan sin que llegue una solución de fondo. El 11 de marzo de este año la Corporación Autónoma Regional de Santander, autoridad ambiental en la región, ordenó como medida cautelar el cierre de una parte del relleno.
En la visita técnica que realizó la Corporación Autónoma, según un informe interno conocido por Baudó AP, se hallaron presuntas irregularidades que indicarían que la empresa sigue vertiendo tóxicos y lixiviados a los caños vecinos del basurero. “Al acceder al lugar se encontró que había sido dispuesto tierra sobre el punto señalado”, se lee en el acta de la visita. “Se solicitó al personal del laboratorio Anascol realizar la toma de muestras de aguas y lodo para verificar su composición y definir si se trataba de lixiviado generado en la celda”.
De acuerdo con denuncias de la Corporación San Silvestre Green, en cabeza de quien fuera su director, Leonardo Granados, cerca de “750.000 litros de lixiviados [provenientes del relleno sanitario] van a la ciénaga San Silvestre, estos contienen metales pesados como bario y mercurio”.
Esta misma Corporación presentó una denuncia penal en contra de la multinacional Veolia en noviembre de 2024, por presuntos delitos ambientales, ocultamiento de pruebas y fraude contra la administración pública. Granados ejerce hoy como funcionario público, nombrado secretario distrital de ambiente en la alcaldía de Barrancabermeja.
Baudó Agencia Pública se comunicó con los encargados de prensa de Veolia, la multinacional francesa que opera el basurero desde 2019, para conocer su postura frente a estos hechos. También les consultamos sobre las acciones que realizan para evitar la filtración y el vertimiento de lixiviados a las quebradas y caños vecinos; solicitamos información sobre sus protocolos de relacionamiento con las comunidades y preguntamos cuántos y cuáles monitoreos están realizando en las fuentes hídricas aledañas al relleno.
Desde la compañía indicaron que esos datos pueden descargarse con detalles en una plataforma digital aún en desarrollo “para dar respuesta a las preguntas de la opinión pública”. La compañía asegura que la denuncia de la ONG Global Witness sobre vertimientos irregulares de lixiviados podría ser un montaje, pues dicen no tener información que “permita verificar la autenticidad de estos videos. A pesar de las repetidas solicitudes, ni la fecha, ni el autor, ni el contexto de estos videos han sido revelados a Veolia. Veolia tampoco puede identificar a la persona que aparece en este video. En cualquier caso, Veolia confirma que la descarga de lixiviados sin tratar en las vías fluviales del humedal de San Silvestre está estrictamente prohibida y no se ha dado ninguna instrucción en este sentido. De acuerdo con la licencia que posee, Veolia Aseo Santander y Cesar solo está autorizada a reutilizar el lixiviado después de un tratamiento por ósmosis inversa en el sitio de San Silvestre, sin ninguna descarga al exterior”.

En su modesta casa junto al basurero, Imelda Arias cuestiona que la compañía intenta ganarse las simpatías de la gente financiando eventos y pintando murales, mientras el daño al ambiente y a las comunidades persiste. “La empresa hace eso para que la comunidad esté conforme con ellos. Ponen canecas de basura con los logos, hacen un sancocho para el día de la madre, la fiesta de los niños. Serviría más que ayudaran a la gente que está bien jodida, por ejemplo, con mejoramientos de vivienda”.
Al final, sus peticiones se resumen en una frase: “Que sean sinceros, que nos digan la verdad, que no nos tengan engañados”, concluye: “Si ese basurero se va a quedar, que nos compren los predios”.