“El peor error de la negociación es volver al secuestro”

Texto

Camilo Alzate

Ilustración

Felipe Rivera

Mayo 30 de 2024

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“El peor error de la negociación es volver al secuestro”

Entrevista con Edgar Restrepo, preso político del ELN

Edgar Restrepo, guerrillero del ELN condenado a cuarenta años por secuestro, ha planteado desde la cárcel de máxima seguridad de Itagüí una propuesta para agilizar los diálogos de paz que se llevan a cabo con ese grupo armado. En entrevista con Baudó AP asegura que el tiempo “no va a alcanzar” y que ambas partes deben ceder si se quiere lograr un acuerdo de paz.

Edgar Restrepo es fornido y rubio. Su apodo, “Mono Clinton”. Así lo llamó la prensa cuando informó sobre su captura en agosto de 2019, anunciada por el mismísimo presidente Iván Duque desde la Casa de Nariño, quien lo definió como uno de los hombres clave de las estructuras urbanas del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Así lo conocen sus compañeros del pabellón de máxima seguridad de la cárcel de Itagüí.

A Restrepo lo entrevisté en esa prisión en noviembre de 2023 y me dijo que prefería que lo llamaran por su seudónimo de guerra ‘Esteban Arteaga’, el nombre de quien fuera su mentor en la guerrilla y responsable de su reclutamiento hace tres décadas en un barrio de la comuna nororiental de Medellín.

Con este seudónimo ha firmado dos cartas que han circulado por WhatsApp en las últimas semanas, instando a que se destraben los diálogos entre el ELN y el gobierno de Gustavo Petro. Vale recordar que los diálogos están detenidos desde hace meses en posiciones irreconciliables sobre la negociación paralela que el Gobierno nacional mantiene con una estructura de esa guerrilla en Nariño y la negativa del ELN de abandonar definitivamente los secuestros.

Curtido en la guerra, Restrepo también ha ganado experiencia en la conciliación. Durante su tiempo de reclusión en la cárcel de Cómbita tuvo por compañero de celda a José Leonardo Muñoz alias Douglas, uno de los antiguos jefes de La Terraza, banda de sicarios al servicio de los grupos paramilitares.

Junto con él y otros presos ayudó a redactar una de las primeras propuestas de paz urbana para Medellín y el Valle de Aburrá, que le hicieron llegar al presidente Iván Duque antes de la pandemia. También hizo contactos con cabecillas del Clan del Golfo para lograr una tregua en la confrontación de ese grupo armado contra el ELN en el río San Juan, sur del Chocó.

Restrepo insiste en que es el momento de persistir y acelerar la negociación, a pesar de las dificultades, para no desperdiciar la oportunidad que él califica como “irrepetible”. Asegura en su carta que es tarea del Gobierno contribuir a “la búsqueda del Acuerdo Nacional a través de su rama legislativa; permitiendo la participación activa y vinculante de los derechos de las mayorías” como una vía para la paz. Pero también es crítico con el ELN, pues, según él, condicionar el acuerdo a la transformación completa de toda la sociedad es ponerle a la paz un plazo imposible.

La incertidumbre, el desencanto, la angustia y la preocupación de muchos prisioneros del ELN, que aguardaban con esperanza que el proceso de paz allanara el camino de la libertad o al menos les trajera una mejoría en las duras condiciones de reclusión, son sentimientos que se condensan en los documentos escritos por Restrepo, donde critica las “vanidades personales” de ambas partes y que, asegura, impiden el avance de los diálogos.

En su carta reclama “aprovechar el tiempo que queda, porque un proceso de negociación no puede ser indefinido en el tiempo; más cuando nos hemos dedicado a cuestiones de procedimientos sin avanzar en los compromisos esenciales necesarios para decir no más a la guerra. Llamo y quiero que como presos políticos del ELN todos llamemos a concretar un acuerdo de terminación definitiva del conflicto armado”.

La comunicación con Restrepo tuvo lugar la tercera semana de mayo, poco antes de que en Caracas las delegaciones negociadoras del Gobierno y el ELN firmaran el primer acuerdo de los diálogos relacionado con la participación de la sociedad civil. Sobre este punto Restrepo había mostrado una opinión anticipatoria durante la entrevista: “Si de ahí sale que hay que cambiar el régimen político, el modelo económico, la doctrina militar, esas transformaciones no se van a hacer en los dos años que quedan de Gobierno y la sociedad se va a dividir en torno a esos acuerdos. Las élites ni siquiera van a estar de acuerdo en que se discuta el modelo económico”.

Para la siguiente entrevista, Restrepo contestó nuestras inquietudes a través de su abogado.

¿Qué lo motivó a enviar esas cartas que circularon en WhatsApp alertando que el tiempo se agota?

R: La preocupación grande es frente al proceso de paz: el tiempo se nos está acabando, la vida se nos está acabando y no vemos que el proceso vaya a llegar a acuerdos reales. Se va a acabar este gobierno y seguiremos en lo mismo. Estoy tratando de generar una corriente de opinión con los presos políticos en función de propuestas concretas. Quedan dos años del gobierno Petro; en términos políticos, es menos tiempo. Nos preocupa la situación de nosotros. Por eso planteo opciones alternas a la metodología y a la agenda de México. Es necesario acordar un verdadero cese al fuego multilateral. Si el ELN no se baja hasta ese nivel, va a ser muy difícil avanzar. Nos creemos con autoridad moral sobre los otros grupos, pero al ELN no debería preocuparle si el Gobierno negocia con el Clan del Golfo o el Estado Mayor Central. Hay un menosprecio total de los otros actores del conflicto porque tenemos un reconocimiento político y el resto no. Es como si tuviéramos autoridad moral sobre todo el mundo.

Usted reveló cómo Antonio García tuvo diálogos directos con Carlos Castaño y los paramilitares. Antes, el ELN logró acuerdos con las FARC para detener la confrontación en Arauca. ‘Fabián’ hizo pactos locales con el Clan del Golfo en el Chocó. ¿Por qué ahora hubo cambio de postura y se acabó el pragmatismo?

R: Alguna vez Antonio García sí me dijo que se contactó por radio, por frecuencia HF, con Castaño, pero fue en función de la liberación de Esteban Arteaga [un guerrillero que estaba secuestrado por los paramilitares]. No sé si hablaron de paz o no, tengo entendido que los paramilitares en cambio trataron de sabotear la Convención Nacional en el sur de Bolívar, no hubo respeto por ese proceso. Por eso la postura del ELN ha sido reacia a negociar con grupos de autodefensas. En Arauca directamente Antonio García fue el que logró el acuerdo para detener el conflicto con las FARC, yo recuerdo que eso fue en 2009.

Le reitero: hay estructuras del ELN que han logrado acuerdos con grupos diferentes, ejemplo concreto es el pacto con el Clan del Golfo en el río San Juan que desescaló la guerra, las comunidades sufrían menos…

R: Sí, eso se hizo. Yo ya estaba preso, pero recuerdo que se habló de eso con Fabián. Él era muy pragmático, no tenía problema si tocaba hacer acuerdos, no había esos esquemas tan radicales; en últimas, se trataba de beneficiar a la población que se movilizaba por el río San Juan. No supe por qué se rompió ese acuerdo, ni en qué momento.

¿Usted tuvo que ver?

Yo recuerdo que ya estaba en la cárcel de Cómbita y me buscaron unos señores de las Autodefensas Gaitanistas. Alcancé a mandarle la razón a Fabián y él se interesó por ese tema. Uno trata de hacer esos puentes y generar condiciones pensando en acuerdos locales que beneficiaran a la población y le bajaran la intensidad al conflicto en esa zona. Más allá no supe.

¿Esa sería su propuesta en este momento? ¿Acuerdos regionales, pactos humanitarios y ceses multilaterales?

R: Es que de lo contrario vamos a seguir enterrando líderes sociales en un conflicto perpetuo, eterno. Hay que buscar maneras de generar ceses multilaterales porque eso beneficia todo el proceso de paz en su conjunto. Por otra parte, se debe buscar lo más pronto posible el acuerdo nacional, que permita una participación activa y vinculante de los derechos de las mayorías. ¿Cómo salvamos este proceso de negociación en términos concretos? Hay que hacer los acuerdos más urgentes, así sea que se siga negociando sobre otras cosas. La reunión que empezó en Caracas ya tiene el bosquejo de la participación de la sociedad en los diálogos. Si de ahí sale que hay que cambiar el régimen político, el modelo económico, la doctrina militar, esas transformaciones no se van a hacer en los dos años que quedan de Gobierno y la sociedad se va a dividir en torno a esos acuerdos. Las élites ni siquiera van a estar de acuerdo en que se discuta el modelo económico. Son situaciones macro del país que no van a alcanzar con el tiempo que hay, no es posible hacer una revolución en un proceso de paz, como si nosotros fuéramos los vencedores en la guerra.

La otra posibilidad es que el proceso de participación se convierta en una lista de mercado con peticiones de comunidades que nunca han tenido nada. Es evidente que el ELN no tiene fuerza para imponer su postura en la mesa, pero tampoco quiere ceder, actúa en la negociación como si hubiera vencido. ¿Qué valoración hace?

R: A eso me refiero, hablamos como si hubiéramos ganado la guerra y eso es una mentira. Es más compleja la situación. No son posibles en estas condiciones las transformaciones para la paz, que es el punto que sigue de la agenda de negociación. Ahí los tiempos no van a alcanzar. Si el ELN condiciona la salida política y el proceso de negociación a que se den los cambios que la sociedad está pidiendo, va a ser muy complejo. Antonio García ha planteado que la paz tiene tanto plazo como se demoren las transformaciones, eso condiciona el proceso de paz al extremo de que no es posible.

Hace un año entrevisté a Pablo Beltrán y aseguró que los mínimos para la negociación eran que el Estado no persiguiera a quienes piensan diferente. ¿Cuál es el mínimo para pactar un desarme y un proyecto de país sin la confrontación armada?

R: Hay un planteamiento del ELN que se logró en el quinto congreso condensado en un documento denominado “Por un Gobierno de nación, paz y equidad”. Es un programa intermedio hacia un objetivo mucho más grande en la estrategia del ELN. Uno podría decir que un mínimo es que no sigan matando a los líderes sociales y la gente que busca el cambio en este país, pero ahí no nos podemos quedar.

El año pasado fui testigo de un episodio elocuente: en un evento del Comité Nacional de Participación en el Eje Cafetero varios líderes sociales, sindicalistas y activistas de izquierda reprochaban con vehemencia al gestor de paz del ELN Juan Carlos Cuéllar que la guerrilla siguiera secuestrando. Usted está condenado por varios secuestros, el ELN insiste en prolongar este crimen, ¿qué opina del tema?

 R: Habría que verlo desde dos puntos de vista. En términos políticos el secuestro con fines económicos no tiene presentación hoy en ninguna parte del mundo. En esta época de la humanidad eso no debería estar pasando. Antonio García argumenta una situación de unas condiciones económicas que obligan al ELN a ese tipo de prácticas, pero yo le digo algo: el ELN realmente no se financia con secuestros. Entonces, es más la carga política que tenemos que asumir a raíz de esa práctica. Esta última declaración de volver a los secuestros porque el Gobierno no cumplió, para mí es muy desacertada, es muy equivocada. Políticamente no hay ninguna discusión de ninguna índole con ese tema. Es más: mire lo que planteó la JEP hace poco: que los secuestros son casi esclavitud.

Uno entiende la postura de Antonio García, por el sostenimiento económico de la fuerza, pero no tiene presentación. Creo que es muy desacertado hacerlo y nada justifica ese tipo de prácticas. Yo mismo se lo dije a Antonio: cuando dejemos de secuestrar gente empezamos a ganar la guerra. Pero no fuimos capaces.

¿Entonces hay una puja política?

R: Claro. El año pasado en el ciclo de diálogos en Cuba, cuando Antonio García le planteó directamente al presidente Petro el problema de la financiación del ELN y en los días siguientes se habló de un fondo multidonante y los medios hicieron un escándalo con eso, ¿qué pasó? Se percibía que la orientación era secuestrar a todo el que pudieran secuestrar, ahí fue que pasó lo del papá del futbolista de la selección Colombia, Luis Díaz. Entonces, creo que sí, se pretendía presionar al Gobierno con eso.

Pero le insisto: ese crimen genera mucho repudio en la sociedad colombiana, es un error enorme usarlo para meter presión en la negociación…

R: Sí, pero hay otra situación. La postura del ELN es que hay un deslinde categórico con el narcotráfico. Para financiar la guerra no tenemos el respaldo de ningún país, como lo tuvieron otros procesos revolucionarios. Esa discusión la dábamos periódicamente. La guerra es costosa, ¿cómo financiarla? Categóricamente decíamos que no íbamos a traficar con droga; la opción que quedaba era el secuestro. Pero que yo recuerde, nunca hicimos uno significativo, que le resolviera el problema económico al ELN por meses o por años, lo que terminamos fue afectando a la clase media, a la pequeña burguesía, pequeños empresarios o ganaderos, realmente no tocamos las élites del poder económico con esa práctica y los efectos fueron más negativos que positivos. Políticamente eso no tiene presentación. En Colombia la gente está harta de ese tipo de prácticas. El ELN eso no lo ha podido entender. De los errores más grandes que se hayan tenido en este proceso fue haber hecho ese pronunciamiento de que retoman el secuestro, como si eso fuera una cosa olímpica y nos importara un pepino la sociedad y el país.

Y usted está condenado precisamente por eso…

R: Claro. Yo no lo hacía por convicción sino por disciplina política. Vengo diciéndoselo al ELN desde hace muchos años: cuando dejemos de secuestrar vamos a ganar la guerra.

¿No teme que esta postura le traiga problemas con sus antiguos jefes?

R: No, yo la he planteado ya. Quien hoy no se cuestione esas posturas, incluso dentro del ELN, es muy desacertado. No hay ninguna justificación para el secuestro. Y no es que yo esté arrepentido de lo que hice, porque lo hice en el estado más consciente de todos y recibía órdenes. Estoy asumiendo aquí el costo jurídico de lo que hice; imagínese, cuarenta años de cárcel.

En los patios de las prisiones se oye que el Comando Central desautorizó cualquier iniciativa o gestión de paz que hagan los presos del ELN desde las cárceles, ¿eso es cierto?

R: Es cierto. Hace parte de una política centralizadora que tiene ahora el ELN. Incluso a los presos políticos les prohibieron que participaran en las mesas de paz dentro de las cárceles. Esa era la orden. Entonces hay que cumplirla, así sea un error. Igual en las regiones. Si en una región determinada se pueden hacer pactos que generen alivios humanitarios y eviten muertos ¿por qué no hacerlo?

En retrospectiva se entiende el por qué de esa orden, ahora que se destapó la negociación paralela con el frente Comuneros del Sur, en Nariño. Tal vez, el Comando Central teme que se le salgan de las manos los presos políticos. ¿No cree que puedan interpretarse sus planteamientos como una disidencia?

R: No creo que hasta por allá llegue la cosa. Aquí en Antioquia tuvimos una experiencia muy parecida que es la Corriente de Renovación Socialista. Ellos optaron por un proceso de ruptura. Ahora, hay una cantidad de factores que han generado esa situación de Comuneros del Sur; es una situación compleja en los términos que lo plantea Antonio García, él habla de infiltrados y de una gente que quiere hacerle daño al Comando Central. No tengo mayor información al respecto, pero sí veo que es una situación fruto de muchas condiciones particulares.

García ha dado versiones contradictorias sobre el caso de Comuneros del Sur, pero volviendo al tema le pregunto, si a usted lo desautorizan en estos planteamientos sobre la paz, ¿cómo quedan las cosas?

R: Yo no pretendo generar situaciones de ruptura, ni cosas por el estilo. Lo que estoy tratando de plantear es que si partimos de la agenda de México los tiempos del proceso de paz no van a alcanzar. Entonces, el proceso ha entrado en lo que yo denomino un periodo especial: bajo ninguna situación los actores se deben levantar de la mesa de negociación. Lo segundo es trabajar por un cese multilateral al fuego que debe ser regional. En el sur de Bolívar hay unas particularidades; en Chocó hay otras; en el Cauca el problema es con el propio Estado Mayor de las FARC. Uno tiene que reconocer que hay una cantidad de múltiples actores de diferente tipo y hay que tratar de hacer ceses multilaterales. Lo tercero es llegar a acuerdos definitivos en el tiempo que nos falta, que son menos de dos años; trabajar acuerdos sobre la terminación del conflicto, sin que este sea el punto final de la negociación. Se puede seguir negociando las transformaciones y el modelo de sociedad que se quiera, pero es fundamental la terminación del conflicto. Y finalmente el acuerdo nacional, como una plataforma de lanzamiento para los cambios y transformaciones que quiere el ELN. En este escenario es complejo, pero si no se detiene la guerra va a ser más difícil aún. El Gobierno se ha equivocado mucho y no le va a alcanzar el tiempo tampoco. Yo creo que Otty Patiño fue un desacierto por la cantidad de errores que ha cometido, eso va en detrimento del proceso de paz.

Una negociación es una transacción. El Gobierno puede agilizar la salida de las cárceles de los 600 o 700 presos políticos del ELN. ¿Qué puede ofrecer el ELN en contraprestación?

R: Así no es como está planteado el esquema de negociación.

Lo sabemos, pero la sociedad reclama gestos de paz concretos. En política lo que importa de los hechos es mostrarlos y Petro necesita mostrarlos con urgencia…

R: Claro. Podría el ELN comprometerse definitivamente a renunciar a la práctica del secuestro o pactar un cese al fuego definitivo. Yo creo que eso ya está planteado en la negociación, pero no sé cuándo se vaya a dar. Hoy me enteré de que Vera Grabe ha presentado su renuncia porque ha chocado con Otty Patiño por los métodos de negociación.

Viene el sexto congreso del ELN, ¿es probable que de ahí salgan definiciones para esta negociación?

R: El temor que tengo es que allí se defina por mayoría que seguiremos en guerra. Es una opción factible, probable. Para mí eso no tiene sentido, significa que nos vamos a morir en las cárceles y otros se van a morir en el monte. Como decía Alfonso Cano: “después de tantos miles de muertos, nos vemos”. No tengo información concreta para decir que eso vaya a pasar, pero es una posibilidad. La otra opción es que se ratifique un proceso de paz, pero el Gobierno ha incumplido acuerdos, por ejemplo, no ha cumplido con sacar al ELN de la categoría de grupos criminales, ha incumplido el cese…

¿Qué reflexiones motivaron sus cartas en los otros presos?

R: Ha habido buena recepción de las propuestas, pero a la gente le da miedo asumir posturas. Tenemos una cultura política en la que nos da miedo cuestionar. Yo no pretendo generar disidencias o divisiones, sólo soy crítico con una situación que es real. Para mí es un deber militante hacer lo que estoy haciendo: cuestionar, criticar, disentir, hacer planteamientos, eso hace parte de los principios organizativos nuestros.

 

*Después de leer está entrevista miembros de la delegación negociadora del Gobierno aseguraron a Baudó AP que Vera Grabe no va a renunciar a su rol al frente de equipo negociador.

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