Tauramena: entre el agua y el crudo

Tauramena: entre el agua y el crudo

Texto

Camilo Alzate

Ilustración

María José Porras

Agosto 8 de 2024

Compartir

Tauramena:

entre el agua y el crudo

Una década después de la primera consulta popular contra proyectos de exploración y explotación petrolera en Colombia, en Tauramena, los fallos judiciales adversos, saboteos institucionales y una sentencia de la Corte Constitucional pasaron por encima de la voluntad popular. No obstante, el rechazo al extractivismo sigue vigente con una bandera elemental: la defensa del agua, que aún está pendiente de un round legislativo en el Congreso de la República.

Fue a mediados de 2013 cuando July Méndez, en esos años una ingeniera ambiental recién graduada, escuchó hablar por primera vez en Tauramena de la consulta popular, ese mecanismo contemplado en la Constitución Política de 1991 con el cuál la población nacional, departamental, municipal o incluso local puede “decidir sobre asuntos de competencia del respectivo departamento o municipio”, según reza la carta política.

Tauramena, un pequeño municipio del piedemonte en las sabanas del Casanare, vive desde principios de la década del noventa el apogeo petrolero, luego de que en las llanuras al sur del pueblo se descubrieran los pozos de Cusiana y Cupiagua, dos de los mayores yacimientos de hidrocarburos del país. De acuerdo con Ecopetrol, el campo petrolífero de Cusiana operado por la multinacional British Petroleum Company llegó a aportar más de la tercera parte de todo el crudo colombiano en 1998.

Desde el 2008 corrían de boca en boca los rumores de que existía un nuevo y rico yacimiento petrolero, esta vez al norte del municipio, en las montañas y páramos que dan nacimiento al río Caja y a decenas de fuentes de agua que irrigan el piedemonte.

Baudó AP

Detalles del contrato de exploración y explotación petrolera “Odisea 3D”

“Desde el comienzo la gente se inquietó y buscó cómo frenar una posible explotación”, cuenta July Méndez, quien es hija de una familia que llegó al municipio en 1994 en busca de la bonanza petrolera. “Uno de los abogados que acompañaba los procesos sociales en Tauramena nos contó que en el municipio de Piedras, Tolima, se había hecho una consulta popular contra la minería”, recuerda Méndez.

La historia no era infundada. En 2008 la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) suscribió con la empresa petrolera estatal Ecopetrol el contrato 019 de exploración y explotación llamado “Bloque Odisea 3D” sobre un polígono de 111.073 hectáreas que abarcan los municipios de Labranzagrande, Páez, Pajarito y San Luis de Gazeno en Boyacá, además de los municipios de Yopal, Aguazul, Sabanalarga, Chámeza, Recetor, Monterrey y Tauramena en Casanare.

Baudó AP

Este era el polígono del bloque de exploración y explotación petrolera “Odisea 3D”

El terreno concesionado a la petrolera es tan grande que equivale a casi tres veces el tamaño del área urbana de Bogotá, comprende zonas quebradas y montañosas, incluso páramos, de la Cordillera Oriental. El documento del contrato estableció un plazo de seis años para la exploración del bloque, lo que implica técnicas de sísmica con explosiones y perforaciones. Después de aquello, un plazo 24 años para la explotación de los posibles yacimientos que puedan ser hallados en la zona.

El riesgo para el agua es evidente: desde derrames de crudo por accidentes durante la extracción o el transporte, pasando por contaminación de los acuíferos subterráneos debido a las perforaciones, hasta impactos obvios como el desmonte de vegetación para la construcción de vías e instalaciones.

Una huelga en 2010 de la Unión Sindical Obrera (USO), el sindicato de los trabajadores petroleros en el país, ambientó las primeras movilizaciones en contra de la concesión Odisea 3D, que comenzó a granjearse un fuerte rechazo de la población local, algo inédito en un pueblo conservador y donde todos han vivido, de una u otra forma, gracias a la economía petrolera de tres décadas.

Una acción popular interpuesta ante el Tribunal Administrativo del Casanare por la Corporación Raíces Verdes logró frenar temporalmente los trabajos de sísmica con los que Ecopetrol estaba a punto de arrancar la fase exploratoria en la concesión. Pero la prueba de fuego llegó en diciembre de 2013.

“Sabíamos que lo que decidiera el pueblo en la consulta popular era vinculante”, explica July Méndez, “por eso nos lanzamos a impulsarla”. El Comité de Defensa del Agua de Tauramena se dio a la tarea de convocar y organizar la consulta.

Contaban con el apoyo del alcalde Alexánder Contreras, un hombre joven de 31 años que recién llegaba al Palacio Municipal, además se sentían respaldados por el antecedente de la primera consulta popular llevada a cabo pocos meses antes contra un gran proyecto extractivo el 28 de julio de 2013, en Piedras, Tolima. La votación allí fue aplastante: 2.971 ciudadanos rechazaron los proyectos mineros en el territorio, mientras que sólo 24 votos estuvieron a favor.  

La semana antes de la consulta se aparecieron en Tauramena el entonces ministro de minas Amílkar Acosta, Javier Genaro Gutiérrez, quien era presidente de Ecopetrol, así como la ministra del medio ambiente del momento, Luz Helena Sarmiento, junto a la viceministra del interior Natalia Gutiérrez. El diario económico La República no dudó en calificar la visita como “un plan” para “frenar” la consulta popular.

“Los ministros nunca habían venido al municipio en tantos años de explotación petrolera”, se queja July Méndez, “pero sí vinieron cuatro días antes de la consulta”. En un video disponible en internet que muestra apartes de esa reunión el 11 de diciembre de 2013, se ve al ministro Amílkar Acosta en un auditorio del municipio diciéndole a los habitantes que si la voluntad es hacer la consulta, sigan adelante con ella: “Hemos venido en plan de diálogo, en plan de concertación, no los hemos venido a regañar, ni a deslegitimar su consulta”, dijo Acosta con su marcada entonación guajira. “Si es la decisión de ustedes, échenle”.

Las imágenes de la gente corriendo a votar en pantuflas y ropa dominguera, quince minutos antes de que cerraran el puesto de votación del colegio José María Córdoba, todavía son motivo de orgullo de los organizadores de la consulta, que sacaron a la gente a votar con megáfonos, tocando puerta por puerta y haciendo caravanas por todo el municipio. Sabían que iban a ganar por mayoría, pero necesitaban un número significativo de votos totales, sin importar que fueran a favor o en contra, para superar el umbral electoral que validara la consulta. July Méndez dice que la campaña fue sencilla: “nuestro candidato era el agua”.

Ese día arrasaron: 4.428 votos fueron en contra del proyecto de exploración y explotación petrolera de Odisea 3D, mientras que 151 votos estuvieron a favor. Un día más tarde el exministro Amílkar Acosta cambió de opinión y ante todos los medios de comunicación que le pusieron micrófonos al frente se dedicó a deslegitimar la consulta: “El Gobierno se reserva el derecho de presentar los recursos legales que procedan ante los tribunales para impugnar esta consulta popular”, aseguró al diario El Colombiano. “No tienen la competencia legal para disponer donde se puede desarrollar la actividad minera o petrolera”.

 

 

Baudó AP

Detalles de alguna propaganda usada por los promotores de la consulta popular.

Los temores del gobierno de Juan Manuel Santos eran acertados. Desde el ejecutivo se preveía que después de Piedras y Tauramena vendría una “avalancha” de consultas populares en territorios concesionados a grandes empresas multinacionales de la minería o el petróleo, o incluso consultas rechazando otro tipo de megaproyectos como las grandes hidroeléctricas.

Hubo diez consultas populares completamente legales contra proyectos mineros y petroleros, pero en camino venían 47 más cuando en el 2018 la Corte Constitucional dejó sin efectos jurídicos los resultados de las que ya se habían realizado, de acuerdo con Robinson Mejía, vocero del Movimiento Nacional Ambiental y promotor de una de las consultas más mediáticas de todas, la de Cajamarca, Tolima, en contra del proyecto de minería de oro de La Colosa, concesionado a la multinacional Anglo Gold Ashanti.

Tauramena marcó la ruta que iban a recorrer otros municipios del 2013 en adelante. En todos hubo movimientos ciudadanos preocupados por el extractivismo; luego, comités donde confluyeron personas de todas las orillas políticas e ideológicas; después, consultas que sin ninguna excepción rechazaron por mayorías apabullantes los megaproyectos, seguidas por demandas judiciales de las multinacionales o empresas estatales como Ecopetrol que buscaron dejarlas sin sustento.

En su demanda contra el acto del Concejo Municipal de Tauramena del 10 de marzo de 2014 —que declaró válidos los resultados de la consulta “para conservar los recursos naturales entre ellos los hídricos, con el fin de garantizar el abastecimiento y suministro de agua a los habitantes”—, la petrolera estatal Ecopetrol argumentó que “ninguna norma constitucional o legal faculta al Concejo Municipal de Tauramena para involucrarse en asuntos de orden nacional, propios del estado unitario colombiano y atribuidos a su legislador nacional único, como resultan ser los relacionados con la exploración y explotación de hidrocarburos de propiedad exclusiva de la Nación”.

Le cabe algo de cinismo a la afirmación que hizo la empresa en su demanda judicial contra la consulta popular, asegurando que no había “ningún elemento” técnico o científico que demostrara que la exploración y explotación petrolera podía poner en riesgo “la zona de recarga hídrica” del municipio. Ecopetrol invocó el carácter unitario del Estado colombiano para pedir a los diferentes jueces y tribunales por los que cursó el litigio que invalidaran la voluntad popular, con el supuesto de que sólo el Estado central puede definir dónde y cómo se realiza la explotación de hidrocarburos o minerales.

“El Estado también son los municipios”, fueron las palabras del abogado Luis Arturo Ramírez Roa, uno de los promotores de la consulta. No obstante, en 2018 un fallo de la Corte Constitucional dirimió este y otros litigios similares tras una demanda de la petrolera indo-china Mansarovar en contra de otra consulta popular realizada en Cumaral, Meta, apelando al mismo principio del Estado unitario.

Pero la Corte lanzó un salvavidas a las comunidades y municipios que habían rechazado los proyectos extractivos usando las consultas populares: le ordenó al Congreso de la República que se promueva una ley “para que defina uno o varios mecanismos de participación ciudadana y uno o varios instrumentos de coordinación y concurrencia nación-territorio”.

Este es el proyecto de ley de democracia ambiental que una docena de organizaciones aglutinadas en torno al Movimiento Nacional Ambiental han presentado sin éxito durante tres legislaturas diferentes desde el año 2020. Dos veces se intentó impulsar la ley en el Congreso durante el gobierno de Iván Duque pero ni siquiera fue agendada para debate a pesar de haberse radicado, algo apenas previsible de un escenario político dominado por partidos alineados con el gobierno de la época, que no tenía entre sus prioridades la protección del medio ambiente.

Lo que no esperaban los activistas es que ya en 2022, durante la primera legislatura de un Congreso con una notable representación de partidos que prometen defender el medio ambiente, el proyecto de ley se hundiera porque cuando estuvo a punto de ser discutido en primer debate desde el Gobierno pidieron que fuera aplazado. Al final nunca lo agendaron para un nuevo debate. 

“Nos hemos enfrentado a proyectos minero energéticos y nunca nos han consultado”, se queja Robinson Mejía, uno de los promotores de la iniciativa: “el Congreso no lo quiere hacer, nosotros vamos a hacerlo, si no es la consulta popular entonces ¿qué otros mecanismos pueden subsanar este déficit de mecanismos de participación que tenemos?”.

Por cuarta vez el proyecto de ley fue radicado por el senador Juan Carlos Losada con el respaldo de las organizaciones ambientalistas, con la esperanza de que en este período legislativo tenga por lo menos un debate.

De concretarse, algo que los mismos ponentes reconocen como muy improbable, la ley de democracia ambiental abriría la puerta para que las comunidades y municipios que hicieron consultas populares contra la minería y la explotación petrolera puedan incidir en el futuro de sus territorios e incluso vetar definitivamente los proyectos extractivos, no sólo antes de que inicien sino incluso aquellos que ya están en operación.

“Con el cambio de Gobierno la visión de Ecopetrol ha ido cambiando, estamos ya en la onda de la transición energética y escuchar un poco a las comunidades, las personas en Ecopetrol y la ANH son más receptivas con las comunidades”, reconoce July Méndez, aunque agrega que “la amenaza sigue latente” no sólo porque el Gobierno Petro acabará en menos de dos años, sino incluso “porque este Gobierno tiene en su discurso la transición energética, y la transición energética se hace con gas: resulta que en la zona alta del municipio donde está la concesión de Odisea 3D hay petróleo, pero también hay gas”.

Baudó AP

Ecopetrol revivió el proyecto, esta vez para la extracción de gas. Detalles de una presentación en diapositivas con la que la empresa socializó el nuevo proyecto ante la comunidad el 23 de septiembre de 2021.

Ecopetrol volvió a impulsar el proyecto en septiembre de 2021, ahora llamado APE Kinkajú dejando atrás la intención de realizar la exploración sísmica que en sus inicios se conoció como Odisea 3D, para dedicarse a la perforación de exploratoria de tres pozos que pretenden la obtención de gas natural.

Para el 2022 se tenía previsto realizar la ingeniería de detalle, los estudios de impacto ambiental y un estudio hidrogeológico, que al parecer quedaron frenados cuando el presidente Gustavo Petro anunció que no se haría más exploración petrolera en el país. 

“El modelo extractivista ya está pasando, la comunidad no va a dejar que la intervención de Ecopetrol siga adelante”, concluye July Méndez, “la gente no puede ser indiferente a esa causa, la causa del agua”.

 

Comparte

Facebook
WhatsApp
Twitter

Lo más leído

Comments are closed.