Texto: Camilo Alzate
Ilustración: Opert_ser
Lizeth dice que a los once años fue abusada por su padre.
Antes de los trece se drogó por primera vez con varias amigas del barrio –ninguna otra terminó en la calle– eran niñas curiosas y alborotadas: juntas compraron un frasco de pegante amarillo para zapatos y a escondidas se pusieron a inhalarlo; querían probar eso qué hacía, qué se sentía, qué producía. A los catorce Lizeth había probado la marihuana y el cigarrillo, ya conocía el licor, pero su papá no le permitía tener novio y aún la castigaba, como cuando era pequeña que la azotaba con los cables de la grabadora por cualquier niñería