Quinamayó es una comunidad afrocolombiana situada al sur del departamento del Valle del Cauca. Durante la época de la esclavitud (siglo XVI-1851), sus antepasados no pudieron conservar ninguna expresión cultural. Muchas tradiciones occidentales tuvieron que adaptarse como forma de expresar dignidad y resistencia.

Ese fue el caso de la Navidad, que se celebra cuarenta días después de la fecha tradicional del nacimiento de Jesús, porque fue el tiempo que tardó la Virgen María en descansar tras dar a luz. Es decir, mediados de febrero, lo que también corresponde con el periodo de descanso después de la cosecha de pancoger.

La festividad se ha conservado durante casi 200 años. En la actualidad, la celebración dura cuatro días: el primero se celebra un encuentro cultural y musical entre las comunidades afrocolombianas de los departamentos de Cauca y Valle del Cauca. El segundo día es el más significativo, ya que tiene lugar la adoración al Jesús Negro, en la que los niños se disfrazan de personajes bíblicos mientras participan de una procesión por todo el pueblo. El tercer día se celebra un desfile para elegir a la Reina Afro de la Simpatía. Y el cuarto día está dedicado enteramente a bailar la juga, un ritmo autóctono de las comunidades afro del Pacífico, así como del norte del Cauca y sur del Valle.

Desde 2019, me he acercado íntimamente a la idiosincrasia de Quinamayó, sumergiéndome en su historia. Aunque no soy afrodescendiente, esta experiencia me ha permitido comprender la importancia de preservar y difundir su legado. Mi compromiso con Quinamayó es ayudar a hacer realidad uno de los sueños de su comunidad: que sus fiestas navideñas sean reconocidas como Patrimonio Cultural de la Nación.