Aunque el consumo de la hoja de coca no es igual entre los pueblos indígenas cocaleros en Colombia, su carácter sí es indispensable: todo puede faltar, menos esta planta. No solo es alimento, medicina, trabajo, palabra, sino que también les permite conectar con la naturaleza, los mayores y los espacios, dialogar y atraer pensamientos. Las comunidades aprenden de sí mismas mediante esta hoja. La relación es ancestral, está en la base de sus cosmogonías, mucho antes de la siembra y la recolección.
Hoy es posible conseguir diversos productos elaborados con hoja de coca. Galletas de chocolate, vino, pomadas, té crecen cada día en el mercado nacional. Estos emprendimientos empresariales son un punto de contacto con las comunidades productoras de la planta y sus tradiciones y significaciones.
El siguiente reportaje gráfico es un recorrido hacia el interior de la hoja de coca dentro de dos pueblos indígenas: los Nasa, en el Cauca, y los Kogui, en la Sierra Nevada de Santa Marta. Parte de la historia de tres emprendimientos que buscan reivindicar el reconocimiento de esta hoja como elemento fundamental de la identidad y las economías de esas comunidades y como acto de desaprender lo que nos han querido mostrar: que es la mata que mata y que debe ser erradicada.
El cultivo subsiste y la lucha de los pueblos indígenas por su preservación continúa adelante.
“La relación es ancestral, está en la base de sus cosmogonías, mucho antes de la siembra y la recolección.”.