Mujeres indígenas kamëntšá e inga defienden su territorio, que es la fuente del agua de la que el resto del Putumayo bebe. A través de transmitir la lengua, cultivar la chagra, dar yagé, caminar y conocer el Valle de Sibundoy, mantienen vivo su sistema de conocimientos. Esa es la base de la defensa de su territorio. Aunque menos del 30 % del terreno es apto para la ganadería, alrededor de 8 mil hectáreas (un 84 %) se destina a esta actividad, afectando ecosistemas claves y fuentes de agua. Al menos 45 mujeres se han organizado para hacer frente al avance de los monocultivos y la deforestación. Lo hacen a través de sus chagras, espacios de siembra tradicionales con cientos de especies de plantas que sirven de alimento y medicina. Su conocimiento y conexiones profundas con el territorio les han permitido participar en la creación de los resguardos indígenas y oponerse a megaproyectos de infraestructura vial que lo atraviesan.