NARRATIVAS CON ENFOQUE DE GÉNERO

NARRATIVAS

CON ENFOQUE
DE GÉNERO

Transformación de imaginarios de las mujeres en proceso de reincorporación

Carmenza Castillo

Historia de Cinco mujeres firmantes de la Paz

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“Nosotras las Mujeres no nacimos sólo para criar hijos, Nacimos para muchas cosas”

Leer este libro “ALBUM DE MUJERES FARIANAS”, es un privilegio, por las vivencias de Mujeres luchadoras, que optaron por la guerrilla FARC-EP, como ellas lo dicen, buscando un cambio del país, transformación de estructuras políticas, sociales, económicas, para muchos, difícil de creer! Pero que Hoy, dieron el paso hacia la sociedad civil, como aporte a la construcción de Paz con justicia social.

Paola expresa:

“… empecé a conocer de la vida guerrillera y conocer su ideología y por qué se llegaba a las filas. Desde ese momento comencé a creer que yo podía aportar ese granito de arena que allí se necesitaba para ese cambio social que se buscaba y que requería el país”

Los Rostros de estas seis mujeres, nos sitúan en los años 1984-1999, en diferentes Regiones de Colombia, en diversas circunstancias de sus vidas, en medio del conflicto armado. Resalta su decisión de reintegro a la sociedad civil, sus anhelos y compromisos de construcción de paz, seguir estudiando y servir al pueblo.

En cada página, encontraremos sus historias, narrativas de lucha, de riesgos, de afectos, sus aprendizajes, sus ilusiones y esperanzas, sus experiencias negativas y positivas. Lo extraordinario, es que el libro recoge la misma voz de estas seis mujeres, es su pensamiento y su palabra personal.

“En ese momento tenía 13 años. Pedí el ingreso, pero para lograr que me llevaran dije que tenía 16 años porque el ingreso era partir de los 15. Al llegar a las FARC-EP fue un poco complicado adaptarme. Es un cambio radical en la vida, pero no fue tan difícil porque era del campo y sabía trabajar. No se me dificultaba andar de noche y me adapté a muchos sacrificios más que imponía el momento” Cacifer

Al leer este Album de Mujeres Farianas, vamos a descubrir los diferentes roles que desempeñaron en la FARC-EP, desde las funciones tradicionales de las mujeres, hasta funciones administrativas, cargos militares, en acciones de combate, igual que los hombres.

Carmenza Castillo nos dice:

“Desde mi perspectiva, las mujeres siempre fuimos cuidadoras, siempre asumiendo con seriedad las responsabilidades que nos daban de manera especial, por ejemplo en el tema de comunicaciones se nos otorgaba la tarea de guardar el secreto de temas muy delicados. De igual manera considero que las mujeres desertaban y traicionaban menos, dado que quienes se iban de la organización, en una gran mayoría lo hacían por sus roles de madre, pero no porque traicionaran nuestra causa”.

Es emocionante, contemplar en las fotografías, rostros sonrientes, expresiones de dinamismo, recordar su vida de niñez y de juventud, hacer reconocimiento a sus padres, a su familia y compartir su nueva formación política en medio de escenarios de guerra.

Estas Mujeres cuentan cómo fue su proceso de formación, sus aprendizajes, toda una universidad de la vida:

“Terminado el curso teórico y práctico, salí para el Bloque Sur, donde ejercí la función de enfermera. Estando en esta tarea y por mi esfuerzo de prepararme me enviaron a la Escuela Nacional de Cuadros; un curso nacional. Este curso era para especializar líderes políticos y militares. En este mismo curso hice una cartera que se llamaba Radista que era quien manejaba la comunicación interna de un frente o bloque, también desempeñándola en muchos momentos.” Cacifer Pag 11

Las situaciones que vivieron no fueron nada fáciles, arriesgando su vida, enfrentando al enemigo, resistiendo.

Liliana expresa:

“La guerra me dejó cicatrices físicas y no estoy perdiendo el equilibrio político, pero si para reflexionar, pues en este proceso de paz ya van casi 300 asesinatos de firmantes de la paz. Se avizora que el genocidio continúa, siendo esta la historia de Colombia, pero la falta de oportunidades para los colombianos es muy complicada ¿qué será para los firmantes de la paz?”

“Soñaba que al firmarse la paz pudiera continuar con mis estudios y poder trabajar sin complicaciones. Actualmente trabajo haciendo edición de video y diseño gráfico, con muchas dificultades por las condiciones laborales y la estigmatización de los que firmamos la paz. Pero lo más hermoso que me ha pasado en la vida es que soy madre de una niña de 3 años”

Expresamos nuestros agradecimientos a cada una de estas Mujeres, por este “Album de Mujeres Farianas”, Memoria que hace parte de la Historia de Colombia. Gracias por sus nuevas opciones de construcción de paz, por compartirnos su vida personal y de la Organización. Invitación a la sociedad en general, a dejar prejuicios, a brindarles apoyo, para que sus sueños, anhelos y esperanzas, se logren en sus vidas, y al Estado colombiano, la exigencia del cumplimiento de Acuerdos de paz.

Maritze Trigos Torres
Hna Dominica de la Presentación
Defensora de Derechos Humanos

“Nuestros padres fueron los primeros maestros que tuvimos independientemente de la crianza que nos hayan dado”

“Nos fuimos para la guerrilla porque no encontramos otra alternativa para educarnos”
“Al ingresar a las FARC-EP Tuvimos la posibilidad de empoderarnos como mujeres y asumir roles igual que los hombres”
“Cuando Chiquita quise estudiar para ser profesora pero mis padres decían que las mujeres sólo podían estudiar hasta 3ro”

1.

Liliana
Castellanos

Mi nombre de pila es Eloísa Rivera Rojas, de una región humilde y campesina de la región del Sumapaz. Fuimos desplazados por la violencia llegando a los Llanos Orientales donde crecí y pasé parte de mi adolescencia. Pero la violencia del estado volvió y tocó la región matando, desplazando y desapareciendo sin tener oportunidad de seguir estudiando. Esto hace que tome la decisión de irme para la guerrilla.

En la guerrilla adopté el nombre de Liliana, llegué con la convicción de que debía capacitarme en lo político, militar e ideológico para responder a las tareas. Esto hizo que fuera asumiendo responsabilidades y escalonando el ejercicio de mando. Recorrí unos doce departamentos con mi fusil y equipo, porque era la vida clandestina, adquiriendo mucha experiencia en todos los campos y logré mantenerme en el ejercicio de mando y llegar a este proceso con vida.

Este proceso de paz tiene un gran valor, una importancia porque a nivel nacional e internacional conocieron quiénes eran las FARC-EP y al Estado se le cayó esta cortina de humo, acusando a la guerrilla que se había alzado en armas que esta era la culpable de abandono del Estado si no que eso tiene unas causas profundas, y como decía nuestro fundador Manuel Marulanda Vélez: que si llovía o hacía sol, era por culpa de las FARC-EP.

La guerra me dejó cicatrices físicas y no estoy perdiendo el equilibrio político, pero si para reflexionar, pues en este proceso de paz ya van casi 300 asesinatos de firmantes de la paz. Se avizora que el genocidio continúa, siendo esta la historia de Colombia, pero la falta de oportunidades para los colombianos es muy complicada ¿qué será para los firmantes de la paz?

“En las FARC-EP las mujeres siempre tuvimos un papel fundamental en la vida guerrillera. Si bien al principio el rol fue meramente de cuidado (cocinando, haciendo curaciones, encargándose de coser), poco a poco las mujeres fuimos asumiendo más responsabilidades de carácter administrativo (manejar las cuentas, la enfermería profesional) y luego de orden militar, lo cual llevó a que saliéramos al combate, a misiones y a otras tareas en igualdad de condiciones que los hombres”
“Las mujeres siempre fuimos cuidadoras, siempre asumiendo con seriedad las responsabilidades que nos daban de manera especial, por ejemplo en el tema de comunicaciones se nos otorgaba la tarea de guardar el secreto de temas muy delicados”

2.

Camila
Cienfuegos

Era estudiante de secundaria en un pueblo del Valle del Cauca. Ingresé a las FARC en 1994 buscando una protección a mi vida como adolecente. En esa época estaba muy marcado el narcotráfico en esta región, de esta manera los temas para las jóvenes eran un poco complicados… el acoso por parte de los trabajadores, raspa-chines y capos que mantenían buscando jovencitas a la salida de los colegios. La captación de ellos hacía nosotras era muy fuerte y la verdad yo no quería ni ser la novia, ni ser la amante de un traqueto y menos ser la mula.

Por estos motivos decidí irme para la guerrilla. Los años en la guerrilla fueron los más felices, aunque al inició fue un poco complicado por el tema del aprendizaje, el cambio de vida.

Algo que marcó el paso por las FARC-EP fue haber tenido la oportunidad de compartir con tantos hombres y mujeres y sobre todo el respeto que por parte de los hombres hacía las mujeres, donde todos éramos una familia, donde existía el compañerismo, la solidaridad, el compartir desde una agua de panela hasta lo más preciado, que era la amistad y la vida, este es un pequeño trozo de mi vida en las FARC. Repito que jamás me sentí tan protegida y respetada como en la vida guerrillera.

Llegamos a la Zona Veredal de La Elvira, donde hicimos la dejación de armas con sueños de una Colombia en paz, con unos acuerdos firmados entre las dos partes, los cuales prometían una reintegración efectiva a la vida civil. Cada uno con anhelos de seguir construyendo un partido político, pero en paz. Allí estuvimos por dos años y los sueños de estudiar, de trabajar, de empezar a aplicar los acuerdos empezaron a desvanecerse: muchos de los que allí permanecían les tocó abandonar el espacio por medidas de seguridad, otros por que salieron a cumplir trabajos en otras partes y otros porque buscaron sus familias para sobrevivir trabajando.

Desde cada punto seguimos trabajando en esa reconstrucción de paz. Pero lo más complicado y triste de este otro trozo de historia es que no hay una voluntad por parte de la institución y que ese sueño de paz se ve truncado en la falta de oportunidades, en la falta de derecho a la vida, nuestras vidas se ven amenazadas constantemente a nivel nacional y en particular el Cauca.

Con muchas dificultades terminé mi bachillerato felizmente, es un logro; además, fui la mejor bachiller. Los que hemos terminado la secundaria seguimos luchando para continuar con nuestros sueños de estudiar para aportar en la construcción del tejido social y especialmente a las mujeres porque soy defensora de ellas. Que ellas puedan aportar desde sus casas, puedan tener una independencia económica. Mi anhelo es estudiar diseño de moda y montar una microempresa desde lo rural, ya que la vida allí es muy difícil para las mujeres.

Estos son los sueños por seguir construyendo con el dolor y la tristeza de ver que ya van 280 firmantes de la paz asesinados y el Estado sigue haciendo caso omiso a esta situación, el desplazamiento forzado de los territorios donde buscan reorganizarse junto a sus familias.

Pese a todo esto seguimos en busca de esa paz tan esquiva, seguimos apostando con el compromiso de la no repetición, de la palabra empeñada y siempre teniendo presente que el centro del Acuerdo de Paz son las victimas y con ellas seguimos en esa reconciliación.

Me desempeño como enlace territorial en el Valle y Cauca con los comparecientes ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) en las acciones restauradoras en Trabajos, Obras y Actividades con contenido Reparador (TOAR).

“Las mujeres siempre fuimos cuidadoras, siempre asumiendo con seriedad las responsabilidades que nos daban de manera especial, por ejemplo en el tema de comunicaciones se nos otorgaba la tarea de guardar el secreto de temas muy delicados. De igual manera considero que las mujeres desertaban y traicionaban menos, dado que quienes se iban de la organización, en una gran mayoría lo hacían por sus roles de madre, pero no por que traicionaran nuestra causa”
“Hombres y mujeres desempeñábamos las mismas labores fuera de cocina, enfermería, propaganda y muchas labores que salían a diario”

3.

Casica
Atahualpa

Yo ingresé en las riveras del río Putumayo, vivía en una cabildo indígena llamada Piñuña. Mi primer calzado que podía decir que era mío fue en la guerrilla con mis botas pantaneras, estando en casa lo compartía con mis hermanos. Mis estudios fueron por medio del Cabildo que me ayudó con la matrícula estudiando hasta 6, no pude tener unos libros de ingles y matemáticas que costaban como 70 mil pesos en ese tiempo y mis padres no tuvieron plata para comprarlos.

Así fue que me sacaron de la escuela y me pusieron a trabajar como guisandera en casa de familia. Era un trabajo muy duro, a pesar que tenía experiencia en la cocina porque desde los 10 años ayudaba a mi madre a cocinar para más de 15 obreros. Era duro porque además de la cocina veía por tres niños pequeños, los cuales despachaba para el colegio. Allí aprendí a manejar una licuadora y muchas otras cosas que no sabía como hacerlas.

Esta casa, donde empecé a trabajar, era una farmacia y allí llegaban muchos guerrilleros a comprar medicina. De esta manera hice contacto con ellos y pedí el ingreso.

En ese momento tenía 13 años. Pedí el ingreso, pero para lograr que me llevaran dije que tenía 16 años porque el ingreso era partir de los 15.

Al llegar a las FARC-EP fue un poco complicado adaptarme. Es un cambio radical en la vida, pero no fue tan difícil porque era del campo y sabía trabajar. No se me dificultaba andar de noche y me adapté a muchos sacrificios más que imponía el momento.

Como todos los que llegábamos a las FARC-EP había que pasar por un curso básico que en el caso mío duró 4 meses. Al terminar el curso, salí para lo que se llamó la zona de despeje, estuve en una columna móvil que en ese momento fue la que hizo el recorrido de la zona para verificar si efectivamente se había despejado de fuerza militares. Por un tiempo hice parte de la guardia de la zona hasta que me enviaron al campamento donde estaba el hospital del Bloque Oriental a participar en un curso de enfermería. Fue una experiencia muy productiva porque desempeñé la función de enfermera en lo teórico y práctico, porque allí llegaban muchos heridos de otras partes del Oriental. Se aprovechó el espacio y la tranquilidad para hacer cirugías de varias categorías.

Terminado el curso teórico y practico salí para el Bloque Sur donde ejercí la función de enfermera. Estando en esta tarea y por mi esfuerzo de prepararme me enviaron a la Escuela Nacional de Cuadros; un curso nacional. Este curso era para especializar líderes políticos y militares. En este mismo curso hice una cartera que se llamaba Radista que era quien manejaba la comunicación interna de un frente o bloque, también desempeñándola en muchos momentos. También hice Curso de Defensa Antiaérea donde la Cacica, con toda la humildad, fue la mejor como mujer junto a otro compañero quien murió en combate días después. Esto hizo que me convirtiera
en instructora de esta materia.

Más adelante me mandaron para una unidad que se llamaba Domingo Biojó. Este personal tenía la tarea de la propaganda escrita: Revista, Pasacalles, Calendarios, etc. Y teníamos la emisora Voz de la Resistencia. Era una misión complicada por la guerra y teníamos que andar de un lado a otro con los equipos, que eran muy pesados.
Ya en el proceso de paz trabajé como reportera de NC noticias, este fue un medio de comunicación que surgió a raíz del acuerdo de paz.

Llegamos al espacio territorial de la Carmelita, Caquetá, donde hicimos dejación de armas. Hicimos capacitaciones de medios de comunicación.

Continuando con los sueños de una paz estable y duradero y poder estudiar y trabajar con las garantías que debía dar el gobierno, me capacité como auxiliar técnica en enfermería con muchos sacrificios para lograrlo. He tenido otros logros por el esfuerzo propio, pero se han quedado ahí por falta de oportunidades para ejercer lo que se ha aprendido con tanto esfuerzo.

“Las historias de las mujeres de este álbum retratan los ejemplos prácticos de cómo se formaron en la vida guerrillera en relaciones de género equitativas, basadas en el respeto, la solidaridad»
“Se evidencia que dentro de la guerrilla hubo posibilidades de formarse y ejercer los temas que les gustaran; ser guerreras era necesario pero no suficiente y las FARC-EP permitió potenciar otros saberes de quienes estuvimos allí”

4.

VIVIANA DUARTE

Era 1999, yo estudiaba en Bogotá, vivía donde un tío. Al final de este año salimos a pasar vacaciones a la finca del tío en el Caquetá, a orillas del río Caquetá. Allí conocí a la guerrilla, y en la primera semana de enero del 2000 decidí ingresar a las filas guerrilleras. Tan solo tenía 12 años me fue un poco difícil ingresar por lo que era menor de edad, pero al fin me dieron el ingreso. 

A los 3 meses de haber ingresado me enviaron a hacer el curso básico, que duró 7 meses. Cuando salí del curso básico me enviaron a una compañía de orden público, donde todos los días había enfrentamientos en las zonas del Caquetá y el Putumayo. Peleábamos con los paramilitares y el ejército, protegiendo la población del avance paramilitar, impidiendo la deforestación y los desmanes del ejército. En este trasegar conocí a mi primer compañero sentimental.

En 2004, en un enfrentamiento, mataron a mi compañero sentimental. Con él llevábamos 3 años compartiendo una relación maravillosa y los sacrificios de la guerra. En ese momento íbamos 7 guerrilleros a una misión. Caímos en una emboscada, allí murieron 6 camaradas. Yo sobreviví con 3 heridas de bala, una en la cabeza y dos en las piernas. De milagro estoy contando la historia.

Mucho tiempo después estudié enfermería y me especialicé en bacterióloga. Fui enfermera del Bloque sur. Esta tarea era muy complicada porque era atender heridos, malaria, dengues, leishmaniasis y otras enfermedades en medio de la guerra y las inclemencias del tiempo.
Pasaron 15 años en la rutina del día a día de un hombre o mujer alzado en armas. En el 2015 me dijo el comandante superior que debía alistarme para viajar a La Habana, Cuba, donde se llevaban a cabo las negociaciones entre el gobierno colombiano y las FARC-EP. Iba a hacer unas capacitaciones en sistemas y como camarógrafa para hacer parte del equipo del Noticiero Insurgente de las FARC en Cuba.

Soñaba que al firmarse la paz pudiera continuar con mis estudios y poder trabajar sin complicaciones. Actualmente trabajo haciendo edición de video y diseño gráfico, con muchas dificultades por las condiciones laborales y la estigmatización de los que firmamos la paz. Pero lo más hermoso que me ha pasado en la vida es que soy madre de una niña de casi 3 años.

“Vivir una guerra desigual nos llevaron a permanecer muchos años en la selva donde vivimos inclemencias de muchas índoles por la misma guerra, no sólo a mujeres si no a los hombres también. Claro ellos como hombres era menos complicado, nosotras en muchas ocasiones no tuvimos las toallas higiénica, nos tocaba con trapitos que cargábamos de reserva en los equipos para cuando esta situación se presentara. Pero vivir la naturaleza, conservarla era lo más hermoso. Acariciar todos los días el verde de los plantas, las flores, olores, ríos turbios, ríos cristalinos, ríos mansos pero a veces fieros era la cotidianidad de cada día pero esto nos hacia más sanos”
“Conservar las selvas vírgenes era uno de nuestros principios, por eso ver hoy lo que esta sucediendo con la Sierra de la Macarena y en Particular caño Cristales que fue una de nuestras casas es el ejemplo mas cruel de los parques y selvas naturales de Colombia”
“Nuestra lucha constante y que aun continua es la convivencia con los campesinos que viven del abandono del Estado. Ellos que nos apoyaban, nos cuidaban por donde íbamos pasando eran el calor, la oral y el sacrificio de esta lucha”

5.

Paola Martí

Soy de una familia en la cual mi madre es costurera. Pegando un cierre o arreglando un pantalón nos podía garantizar el bocado de comida. Mi padre era agricultor, de su trabajo era poco lo que quedaba para la ayuda en el hogar. Esos eran ellos, luchadores por darle estudio y comida a sus 5 hijos.
Yo era estudiante de bachiller y ayudaba a mi madre con las costuras, pero mi anhelo era ser profesional en medicina.

En unas vacaciones fui a visitar una parte de la familia de mi madre y allí conocí por primera vez a la guerrilla. Hasta ese momento no era consiente de la diferencia de un grupo alzado en armas al otro: quién era policía, quién paramilitar o del ejército. Pero por medio de algunos familiares es que llegué a conocer quiénes eran las FARC-EP, por el vínculo de ellos. 

En esos momentos, yo tenía 14 años. Comencé a tener contacto más de cerca con ellos, a ir a los campamentos y conocer de la vida guerrillera y conocer su ideología y por qué se llegaba a las filas. Desde ese momento comencé a creer que yo podía aportar ese granito de arena que allí se necesitaba para ese cambio social que se buscaba y que requería el país.

Llegué a las FARC-EP cuando tenía 16 años. Hice todo el proceso de aprendizaje como guerrillera y luego pedí la oportunidad de hacer el curso de enfermería que era mi sueño y era una oportunidad que allí se brindaba y podía comenzar a aportar ese granito de arena que se necesitaba para ese cambio de país. También me formé como odontóloga con una gran experiencia acumulada. Al lado de estas tareas tan importantes y mis deberes como combatiente estudié canto, teatro y danza. No sobra decir que los guerrilleros también cultivábamos el campo así es que trabajé en agricultura. Todas estas tareas desarrolladas a lo largo de mi vida en las FARC-EP mi hicieron crecer como persona.

Mi sueño, luego de la dejación de armas, era poder pasar ese proceso de homologación que me permitiera ejercer esa profesión como odontóloga, pero hasta el momento no se ha logrado pues ese era uno de los puntos del acuerdo que se esperaba para nosotros los firmantes de la paz.

A pesar de estos sueños que el acuerdo de paz contempla y que no se han cumplido, hoy, gracias al proceso de paz, tengo una hermosa hija que es el motor de mi vida, pues como guerrillera no hubiera sido posible porque no estaba contemplado en mis planes y con mis esfuerzos he logrado seguir estudiando y tener mi propia microempresa.

Estas historias representan la de miles de mujeres que como Alejandra Téllez Tuvieron que ir a la guerrilla muy jóvenes porque su familias fueron desplazadas por los grupos paramilitares. Ella, cantante en la vida guerrillera hoy sigue con ese sueño de poder estudiar música, darle un mejor futuro a su pequeño hijo. Hablan poco pero fueron referentes en la vida guerrillera y siguen en la lucha por una construcción de una sociedad más justa y con sueños por cumplir luego de la dejación de armas.

Así es Nancy, una indígena Páez del cauca desplazada de la violencia desatada en la región de Marquetalia salió muy pequeña a vivir en las goteras de las fincas

MUJERES FARC,
HOY COMUNES

Poema de la
Hermana Maritze Trigo

A las Mujeres Farianas, firmantes de Acuerdos de Paz,
A quienes ofrecemos nuestro cariño, apoyo y solidaridad

Mujer Fariana, recorriste montañas y selvas,
Con morral al hombro y fusil en la mano,
Pensaste crear un nuevo país con justicia social,
La rebelión fue la opción, como medio y causa de lucha,
Soñaste con la democracia, con mejores estructuras políticas.

Pasaron días, meses y años de dolorosa y dura lucha,
Asumiendo riesgos,
exponiendo tu vida sagrada,
En disciplina militar, en duras batallas y sufrimientos,
Con privaciones de toda índole, enfermedades y soledad,
Obedeciendo órdenes de mando, enfrentando al enemigo.

Despertaste a un nuevo sueño, el sueño de la Paz con Justicia,
Se abren nuevos caminos con Acuerdos de Paz,
Dejaste los fusiles, con sus ojos de guerra,
Te armaste de valor, con el arma del Amor y nuevas opciones,
Exigencias de Paz con Justicia social, con fe y esperanza.

Hoy Mujer Fariana, con nuevos sueños y utopías,
Mujer Fariana, que caminas libre, construyendo paz,
Mujer Fariana, con voces de denuncia, resistencia y verdad,
Mujer Fariana, con espiritualidad liberadora, que transforma, Gracias,
Mujeres que buscan construir una nueva sociedad!

Matritor
Bogotá, Septiembre 03 2021

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